Biomasa, calor natural con grandes perspectivas

Los combustibles fósiles están perdiendo cuota de mercado en beneficio de las energías renovables en materia de calefacción.

Entre ellas,  la biomasa, una fuente respetuosa con el medio ambiente que se está abriendo un gran camino en nuestro país. El papel de la biomasa en la construcción sostenible se centra especialmente en el área de climatización: calderas y estufas de pellets, y, de forma menor, con otros combustible de desechos de huesos de aceituna almendras, etc.

El término biomasa se refiere a toda la materia orgánica que proviene de árboles, plantas y desechos de animales que pueden ser convertidos en energía; o las provenientes de la agricultura (residuos de maíz, café, arroz), del aserradero (podas, ramas, aserrín, cortezas) y de los residuos urbanos (aguas  negras, basura orgánica y otros).

 

 

Esta es la fuente de energía renovable más antigua conocida por el ser  humano. La biomasa vegetal es la materia constituida por las plantas. La energía que contiene es energía solar almacenada durante el crecimiento por medio de la fotosíntesis. Si es utilizada dentro de un ciclo continuo de producción-utilización, constituye un recurso energético renovable y respetuoso con el medio ambiente.

La combustión de biomasa no contribuye al efecto invernadero, porque el  carbono que se libera quemando la madera procede de la atmósfera misma y no del subsuelo. Conscientes de su importante papel, la unión Europea quiere incentivar el empleo de la biomasa para calefacción, electricidad y refrigeración, por lo que estudian contar con unas normas comunes dentro de unos años.

Tecnología puntera y rentable

Aunque la instalación de una caldera de biomasa supone un desembolso relevante (unos 40.000 euros), su combustible es más económico que el gasóleo. Dos kilos  de biomasa proporciona el mismo calor que un litro de gasóleo y cuenta menos de la mitad. Además, es más respetuosa con el medio ambiente ya que su combustión es más eficiente.

Las tecnologías para la utilización de combustibles vegetales en sistemas de calefacción doméstica han experimentado un gran desarrollo en los últimos años y han alcanzado niveles de eficiencia, fiabilidad y confort muy parecidos a los de los sistemas tradicionales de gas y de gasóleo.

 

 

Entre las principales  tipologías de calderas para la combustión de biomasa, aplicada a la calefacción de usuarios pequeños y medianos, destacan  básicamente tres: leña para quemar en tarugos, madera desmenuzada (astillas)  y pastillas de madera molida y prensada (pellet).

De los tres anteriormente citados, los pellets se posicionan como un combustible competitivo frente a los combustibles fósiles. Así lo atestigua el continuo incremento en la instalación de calderas domésticas de pellets en la UE.

Asimismo, el uso de pellets supone un ahorro medio en  la UE que oscila entre un 40% y un 50%, respecto a la utilización de combustibles fósiles.

Según los últimos datos disponibles publicados en un estudio realizado por AEBIOM (European Biomass Association), desde 2008 se instalaron, al menos, 60.000 nuevas calderas de pellets en la UE. Por otro lado, la información  recogida por Pellet Atlas, habla de un consumo de unos 8 millones de toneladas de pellets a un precio medio de 225 euros por tonelada (a granel).

Precisamente con el objetivo de conocer la marcha del sector en España,  la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa ha puesto recientemente en marcha el Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa. Se trata de recabar información de un sector que en el resto de la UE progresa de forma notable y continua cada año gracias, en parte, a la resolución europea que marca el objetivo de alcanzar el 20% en renovables en 2020.