Climatizar viviendas con la fuerza de la Tierra

Las alternativas renovables para surtir de electricidad y agua caliente al hogar parecen mirar siempre al cielo. Sin embargo, el subsuelo ofrece una interesante opción de climatización de forma eficiente.

La geotermia solar saca el mejor partido a los materiales geológicos que pisamos diariamente para calentarnos en invierno y refrescar el ambiente en verano.

A partir de unos 5 metros de profundidad y durante todo el año, la Tierra mantiene una temperatura constante que oscila, dependiendo del lugar, entre los 10 y los 16 grados centígrados. Este efecto cueva es el punto de partida de la geotermia solar. De hecho, los modelos más básicos se basan en una bomba eléctrica que propulsa agua o una solución salina con anticongelante a través de un sistema de conductos que conecta la vivienda con el subsuelo.

Este sistema, que en el sector se denomina de baja entalpia, es menos potente y, en condiciones extremas, es necesario apoyarlo con un sistema auxiliar, como por ejemplo el gas propano.

 

 

Para evitarlo, el modelo de geotermia solar más utilizado se sirve de una bomba de frío/calor muy similar a la que tienen muchos hogares españoles. La diferencia con los equipos que conocemos es que la máquina debe trabajar mucho menos para obtener la temperatura deseada: en invierno, por ejemplo, la bomba debe elevar la temperatura exterior de 10 grados a una temperatura interior confortable de 21. En el caso de la bomba geotérmica, el punto de partida es de 15 grados y, por tanto, el consumo energético mucho menor. Se calcula que su coeficiente de eficiencia puede llegar a doblar el de los sistemas eléctricos.

Sea cual sea la opción elegida, el elemento clave del sistema está bajo tierra y es preciso llegar a él. Se logra a través de una serie de perforaciones, cuyo número y profundidad depende del lugar y la superficie que debe climatizarse. Si se dispone de terreno se puede optar por un sistema horizontal, más económico pues  las perforaciones son de menor profundidad. En caso contrario, el sistema debe basarse en una red vertical, más costosos pero también mas eficiente pues a mayor profundidad más estabilidad de temperaturas.

En el interior de los pozos, se coloca una red de canalizaciones, generalmente tubos de polietileno, por donde circula líquido. Este circuito se conecta con la bomba, que enfría o calienta en función de las necesidades.

Una vez hechas las perforaciones, la geotermia puede instalarse en todo tipo de viviendas, desde unifamiliares hasta bloques de pisos. El frío y el calor llegan por aparatos habituales, como conductos de aire o fan-coils. Se les suma la propia bomba de calor, normalmente ubicada en un lugar no visible. Es una solución cada vez más habitual en Norteamérica y el centro de Europa y, aunque su coste es elevado, la eficiencia y el ahorro energético permiten amortizar la inversión en unos 15 años según el sector.

Más información:
www.repsol.com