Duchas solares, una solución renovable para las piscinas

El funcionamiento típico de estos dispositivos es simple: un depósito donde se calienta el agua gracias a la radiación solar y al uso de materiales que atraen el calor, como es el caso del pvc no tóxico o el acero.

Antes de la llegada de los conocidos paneles solares –de obligada instalación para calentar agua en los edificios de nueva planta- y mucho antes de que se ideara un sistema para generar electricidad a partir del sol, gracias a la tecnología fotovoltaica, el calor del astro ya formaba parte de la vida diaria del ser humano. A lo largo de la historia, se han inventado infinidad de artilugios para aprovechar sus rayos para, por ejemplo, calentar agua.

Estas invenciones han llegado hasta nuestros días pasadas por el tamiz de la tecnología y forman parte de la arquitectura bioclimática, que emplea los propios elementos constructivos de las casas para absorber la energía, distribuirla y aprovecharla. Aunque no necesariamente, muchas de las duchas solares que puedes encontrar en el mercado se emplean en este tipo de construcciones y responden a los mismos principios.

El funcionamiento típico de estos dispositivos es simple: un depósito donde se calienta el agua gracias a la radiación solar y al uso de materiales que atraen el calor, como es el caso del pvc no tóxico o el acero. El color negro es otro elemento indispensable de estos ingenios por la misma razón que lo hace tan poco recomendable en las prendas veraniegas: su capacidad para atraer el calor.

Las duchas solares suelen instalarse en el exterior de las viviendas, aunque existe la posibilidad de colocarlas en el interior. Pueden ser fijas, en forma de torres curvadas para captar mejor los rayos, o portátiles. Es habitual emplearlas como duchas de piscina, pero también pueden servir para lavar a tu mascota o rellenar la piscina de los más pequeños.

El mercado ha evolucionado de modelos más o menos rudimentarios, incluso caseros, a sofisticados diseños que facilitan la instalación hasta el punto de no necesitar ni un solo tornillo e incorporan depósitos de agua que pueden superar los 60 litros.

Algunos de estos dispositivos emplean metacrilato, que recubre la estructura de la ducha de acero negro. El metacrilato y la capa de aire entre éste y la estructura provocan un efecto invernadero que mantiene aún por más tiempo el agua caliente. También hay modelos con termostato y algunos, incluso, incorporan pequeñas células solares para aportar calor extra o renovar periódicamente el agua.

En la actualidad, muchos de estas duchas suelen incorporar ruedas o sistemas de transporte, para hacerlas portátiles. No obstante, su envergadura impide que te las puedas llevar de viaje. Para estas ocasiones, puedes encontrar duchas solares en forma de bolsa de plástico –por lo general PVC negro- y capacidad entre los 10 y 20 litros. Con esta opción, ideal para acampadas o viajes de aventura, el agua puede calentarse incluso sin que el sol incida directamente sobre la bolsa, pues también recoge el calor ambiente.

Fuente: Repsol