El proyecto NEMO buscará nuevas soluciones en el campo de los biocombustibles

Esta iniciativa, que cuenta con fondos comunitarios, propone desarrollar técnicas eficaces desde el punto de vista económico y ambiental para la producción de biocombustibles.

NEMO («Nuevas enzimas y microorganismos de altas prestaciones para la conversión de biomasa lignocelulósica en bioetanol») es un nproyecto que  dará lugar a nuevos modos de convertir desechos de la agricultura y la industria maderera, como la paja y las astillas de la madera, en biocombustibles líquidos.

 
La iniciativa NEMO tiene un presupuesto que asciende a 8,25 millones de euros, 5,9 millones de los cuales proceden del tema «Alimentos, agricultura y pesca y biotecnología» del Séptimo Programa Marco (7PM). Este es un proyecto de cuatro años de duración que reúne a dieciocho socios, entre los que hay universidades, institutos de investigación y empresas productoras de enzimas, etanol y sustancias químicas de nueve países europeos (Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Eslovenia, Suecia y Suiza). La coordinación de NEMO está a cargo de la profesora Merja Penttilä, del Centro de Investigación Técnica de Finlandia (VTT).



La mayoría de los biocombustibles que se utilizan en la actualidad son los denominados «de primera generación», que se extraen de los azúcares que contienen la caña de azúcar y otros cultivos, el almidón de cultivos como el maíz o aceites vegetales. Los métodos que se emplean para producir estos combustibles son poco eficaces, y el ahorro en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero es limitado si éstas se comparan con las generadas por los métodos tradicionales de producción de combustibles fósiles. Por otra parte, existe cierta inquietud ante la posibilidad de que los cultivos energéticos compitan con los cultivos alimentarios por el terreno agrícola, lo cual conduciría a una escasez de alimentos y al encarecimiento de los mismos.

En cambio, los biocombustibles de segunda generación presentan una serie de ventajas. En primer lugar, se hacen a partir de productos residuales de cultivos alimentarios, como tallos, hojas y cáscaras, por lo que el agricultor no se ve obligado a escoger entre cultivos energéticos y alimentarios. Además, estos biocombustibles resultan más eficaces, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente.



No obstante, el material energético de las mencionadas partes de las plantas está atrapado en lo que se denomina lignocelulosa, de la que resulta extremadamente difícil extraer los azúcares.



El método para la producción de biocombustibles de segunda generación consta de cuatro etapas: para empezar, la materia prima se somete a un preprocesado y, a continuación, la lignocelulosa se convierte en azúcares más simples. Después se emplean microbios para fermentar el azúcar y convertirlo en etanol, el cual se somete a una etapa final de destilación.

Los socios del proyecto NEMO se centran en la primera etapa de este proceso. Uno de los objetivos fundamentales del proyecto es desarrollar enzimas que conviertan la lignocelulosa en compuestos del azúcar que se puedan fermentar y convertir fácilmente en etanol. Asimismo, los investigadores estudiarán cepas de levadura capaces de convertir los azúcares en etanol de forma rápida y eficaz.

Las nuevas enzimas y levaduras se probarán en instalaciones piloto para cerciorarse de su efectividad en condiciones industriales.



Según los socios del proyecto, las tecnologías desarrolladas en el marco de NEMO podrían aplicarse también a la producción de otros biocombustibles y sustancias químicas. La Comisión Europea ha elaborado un informe que alerta de que la UE tiene pocas probabilidades de alcanzar para 2010 su meta de obtener el 5,75% de la energía consumida por el sector del transporte a partir de fuentes renovables como los biocombustibles. A tenor de las últimas estadísticas, lo más probable es que la cifra ronde el 4%. Por consiguiente, es urgente progresar en el ámbito de los biocombustibles de segunda generación para que la UE sí que cumpla su otra meta de obtener el 10% de los combustibles utilizados en el sector transportes a partir de fuentes renovables antes de 2020, como se acordó en el recientemente aprobado paquete de medidas sobre el clima y la energía.
Más información:
http://cordis.europa.eu