Energía solar: pilar de la edificación sostenible

Por Aitor Manero,  Director de Marketing y Comunicación Grupo EURENER

Si el objetivo es crear edificios inteligentes con mecanismos que permitan su autosuficiencia para reducir la dependencia energética y la emisión de CO2 hay que cambiar la mentalidad.

Es un proceso en el que se ven afectados constructores, fabricantes de materiales, arquitectos, ingenieros, diseñadores, agentes políticos, legisladores, administraciones públicas, etc. Algunos de sus miembros poco a poco van tomando conciencia e incluso se han convertido en fervientes defensores de este modelo constructivo.

Sin embargo, el proceso es lento puesto que la meta de la mayoría de los agentes que intervienen en la construcción de un edificio no es contribuir a mejorar su funcionalidad, ni evitar emisiones de gases contaminantes, ni tantos otros logros que beneficiarían al conjunto de la sociedad.

La implementación de la sostenibilidad es clave para el desarrollo de la sociedad a escala mundial y como afirman prestigiosos académicos y científicos dado que los combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático, hoy día son la principal fuente energética y empiezan a escasear podríamos encontrarnos, más pronto que tarde, con la difícil situación de constatar que el actual modelo capitalista y el respeto por el medio ambiente son incompatibles.

Más allá de las disquisiciones del modelo social adecuado la sostenibilidad es un concepto que existe desde siempre pero que no ha empezado a manejarse seriamente hasta hace relativamente poco tiempo en gran parte debido a la creciente concienciación sobre la problemática del cambio climático que se nos viene encima.

Las nuevas generaciones de investigadores muestran auténtico entusiasmo ante la idea de contribuir a encontrar la solución que compatibilice un mundo cada vez más poblado con un desarrollo continuo que sea respetuoso con el medio ambiente. Una de las bazas es explotar a gran escala una fuente de energía inacabable y limpia como es el sol combinado con la arquitectura vertical que permita albergar de forma cómoda y segura a grandes cantidades de personas.

 

 

Para conseguirlo es necesario armonizar las diferentes fuentes renovables en los edificios para garantizar el suministro energético durante todo el año debido a que las condiciones ambientales y climáticas son cambiantes a lo largo de las distintas estaciones. También hay que tener en cuenta la utilización de materiales coherentemente para que ayuden a obtener un rendimiento energético adecuado para disminuir el actual consumo de recursos en las áreas urbanas.

Las tecnologías basadas en energía solar son dos de muy diferente funcionamiento: fotovoltaica y térmica. Por un lado, los módulos fotovoltaicos tienen la capacidad de crear electricidad jugando un papel imprescindible para la iluminación, el funcionamiento de ascensores, equipos informáticos, comunicaciones, etc. Por otro lado, los equipos térmicos como son los captadores y los termosifones tienen la capacidad de calentar agua cuyo uso será para calefacción, agua caliente sanitaria y aire acondicionado.

Ambos tipos de dispositivos se vuelven piezas claves en la planificación urbana del futuro inmediato. Una demanda de energía cero permitiría prescindir de los incentivos económicos gubernamentales que tanta polémica han generado tras la injusta moratoria solar decretada recientemente.

Además contribuirían a la generación distribuida incrementando la eficiencia energética del conjunto de la red al prescindir de los grandes tendidos eléctricos cuyo mantenimiento es muy costoso y son origen de polémica y movilizaciones ciudadanas cuando se instalan en las inmediaciones subestaciones para la transformación de la tensión eléctrica.

Este es un aspecto fundamental porque un 10% de la energía eléctrica total se pierde durante su transporte y distribución con un coste anual de 2.000 millones de euros para el sistema español.

Por Aitor Manero,  Director de Marketing y Comunicación Grupo EURENER

Si el objetivo es crear edificios inteligentes con mecanismos que permitan su autosuficiencia para reducir la dependencia energética y la emisión de CO2 hay que cambiar la mentalidad.

Es un proceso en el que se ven afectados constructores, fabricantes de materiales, arquitectos, ingenieros, diseñadores, agentes políticos, legisladores, administraciones públicas, etc. Algunos de sus miembros poco a poco van tomando conciencia e incluso se han convertido en fervientes defensores de este modelo constructivo.

Sin embargo, el proceso es lento puesto que la meta de la mayoría de los agentes que intervienen en la construcción de un edificio no es contribuir a mejorar su funcionalidad, ni evitar emisiones de gases contaminantes, ni tantos otros logros que beneficiarían al conjunto de la sociedad.

La implementación de la sostenibilidad es clave para el desarrollo de la sociedad a escala mundial y como afirman prestigiosos académicos y científicos dado que los combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático, hoy día son la principal fuente energética y empiezan a escasear podríamos encontrarnos, más pronto que tarde, con la difícil situación de constatar que el actual modelo capitalista y el respeto por el medio ambiente son incompatibles.

Más allá de las disquisiciones del modelo social adecuado la sostenibilidad es un concepto que existe desde siempre pero que no ha empezado a manejarse seriamente hasta hace relativamente poco tiempo en gran parte debido a la creciente concienciación sobre la problemática del cambio climático que se nos viene encima.

Las nuevas generaciones de investigadores muestran auténtico entusiasmo ante la idea de contribuir a encontrar la solución que compatibilice un mundo cada vez más poblado con un desarrollo continuo que sea respetuoso con el medio ambiente. Una de las bazas es explotar a gran escala una fuente de energía inacabable y limpia como es el sol combinado con la arquitectura vertical que permita albergar de forma cómoda y segura a grandes cantidades de personas.

Para conseguirlo es necesario armonizar las diferentes fuentes renovables en los edificios para garantizar el suministro energético durante todo el año debido a que las condiciones ambientales y climáticas son cambiantes a lo largo de las distintas estaciones. También hay que tener en cuenta la utilización de materiales coherentemente para que ayuden a obtener un rendimiento energético adecuado para disminuir el actual consumo de recursos en las áreas urbanas.

Las tecnologías basadas en energía solar son dos de muy diferente funcionamiento: fotovoltaica y térmica. Por un lado, los módulos fotovoltaicos tienen la capacidad de crear electricidad jugando un papel imprescindible para la iluminación, el funcionamiento de ascensores, equipos informáticos, comunicaciones, etc. Por otro lado, los equipos térmicos como son los captadores y los termosifones tienen la capacidad de calentar agua cuyo uso será para calefacción, agua caliente sanitaria y aire acondicionado.

Ambos tipos de dispositivos se vuelven piezas claves en la planificación urbana del futuro inmediato. Una demanda de energía cero permitiría prescindir de los incentivos económicos gubernamentales que tanta polémica han generado tras la injusta moratoria solar decretada recientemente.

Además contribuirían a la generación distribuida incrementando la eficiencia energética del conjunto de la red al prescindir de los grandes tendidos eléctricos cuyo mantenimiento es muy costoso y son origen de polémica y movilizaciones ciudadanas cuando se instalan en las inmediaciones subestaciones para la transformación de la tensión eléctrica.

Este es un aspecto fundamental porque un 10% de la energía eléctrica total se pierde durante su transporte y distribución con un coste anual de 2.000 millones de euros para el sistema español.