La fotovoltaica será la primera fuente de energía en el mundo en 2050, según destacan varios informes del sector. Una implantación que será posible debido a varios factores, como su gran capacidad competitiva, que desde 2007 ha conseguido reducir los costes de fabricación en un 85% y los avances tecnológicos introducidos por la industria. Asimismo, se seguirán reduciendo costes por las economías de escala, por lo que su papel en el mix energético será cada vez mayor.
Entre las zonas donde más impulso se dará a la fotovoltaica como fuente de energía renovable destaca la Unión Europea. Un mercado donde los objetivos para 2020 y 2030 pasan por la reducción del 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con respecto a los niveles de 1990 y para lo que se prevé que, al menos, un 27% de la energía provenga de fuentes renovables.
Para ello, el plan europeo de recuperación económica destinará una inversión de 300 billones de euros a la fotovoltaica y otras renovables. El objetivo es conseguir una economía baja en carbono y un sistema energético competitivo y seguro que garantice una energía asequible para todos los consumidores. Además, se quiere incrementar el nivel de seguridad del suministro energético y reducir la dependencia de las energías fósiles.
