Japón quiere construir una central solar en el espacio

Las autoridades de Japon, potencia tecnológica d eprimer nivel, han anunciado que estudian construir una central solar en el espacio con el objetivo de que enviase energía a la Tierra mediante rayos láser o microondas.

 

6 de septiembre de 2009.- El Estado japonés camina decididamente hacia nuevas vías de energías renovables que aprovechen la fuentes inagotables como el Sol. De momento, se ha planteado como meta la construcción de una central solar en el espacio y ya ha dado sus primeros pasos. Las autoridades han elegido ya a las empresas y organismos que se encargarán de poner en marcha el proyecto.

El objetivo es que este dispositivo esté listo en el año 2030. En esta fecha, ya estaría en órbita geoestacionaria (a 36.000 km de la Tierra) un artefacto equipado con numerosos paneles fotovoltaicos que conviertan la energía solar en electricidad, con una capacidad anual de cinco a 10 veces superior a los paneles utilizados en tierra.

La idea es que esta electricidad se transforme a su vez en flujos energéticos transmitidos por haces o microondas hasta a la Tierra, donde serán captados por una antena parabólica gigante que los volverá a convertir en electricidad.

Japón, que ya lleva trabajando en esta iniciativa desde el año 1998, ha puesto a  cargo del proyecto al Instituto de Investigación de Dispositivos Espaciales Inhabitados, que reagrupa a 17 sociedades, entre ellas los grupos de electrónica Mitsubishi Electric, NEC, Fujitsu y Sharp.

Según los planes actuales, hasta el lanzamiento del dispositivo, a partir de 2030, habrá varias etapas. Primero, «un satélite de demostración destinado a la experimentación de la transmisión por microondas debería ser puesto en órbita baja por un cohete japonés» en los próximos años, explicó uno de los responsables del proyecto en JAXA, Tatsuhito Fujita.

Más tarde se comprobará la posibilidad de un ensamblaje robotizado en el espacio (en órbita conjunta con la Estación Espacial Internacional, ISS) de los elementos para construir una gran estructura fotovoltaica flexible de una potencia de 10 megavatios (MW). Esto está previsto para 2020. Posteriormente, se pondrá en órbita geoestacionaria un prototipo de una potencia de 250 MW que servirá para probar el conjunto del dispositivo y estudiar su viabilidad financiera.

La misión final consiste en producir la electricidad a un coste que no sea prohibitivo frente a otras energías. Los investigadores se fijan como objetivo desarrollar un sistema definitivo de 1.000 MW que permitiría llegar a un coste de ocho yenes (0,085 dólares, 0,060 euros) por kilovatio/hora, el mismo coste que tendrá la producción solar en Tierra en 2030 y aproximadamente seis veces menos que en la actualidad.