La biomasa pide su sitio frente a los combustibles fósiles

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La comunidad internacional cuenta con muy pocas ocasiones como ésta para avanzar de forma conjunta en la lucha contra las emisiones causadas por los combustibles fósiles y el calentamiento global.

El precio del barril de petróleo Brent del Mar del Norte se ha desplomado desde los 110 $ del verano pasado hasta unos 50 $ en el momento actual; una reducción de más de la mitad, que va a afectar de manera dramática a los mercados energéticos. Todos los usuarios de productos derivados del petróleo en todo el mundo percibirán el abaratamiento del combustible con que rellenan sus vehículos.

Esto nos da una oportunidad única para introducir y aumentar las cuotas e impuestos sobre las emisiones de CO2 en todos los países sin causar agobio a los ciudadanos.

Representa también la oportunidad de suprimir losa subsidios a los combustibles fósiles en los países donde los precios del combustible están garantizados por el gobierno.

La mejor estrategia sería, por supuesto, acordar una cuota mínima por emisión de carbono a nivel mundial, pero es muy difícil llegar a un consenso que requiere negociación entre tantos países.

Por eso, cada gobierno debería considerar urgentemente actuar por su cuenta, sin esperar a un acuerdo global. Deberían tomar medidas tan pronto como les fuera posible:

  1. Países que ya aplican tasas o impuestos deberían aprovechar y plantearse un incremento. Por ejemplo en Suecia, donde los precios del litro de gasolina y gasóleo han bajado más de 20 c€, existe una clara oportunidad para aumentar los impuestos de los combustibles hasta en la mitad de esa cantidad sin que generar una reacción notoria por parte de los consumidores. La situación es similar en otros países europeos; muchos necesitan recaudar más y lo hacen aumentando la presión fiscal. Una manera de hacerlo es estableciendo tasas, comisiones o impuestos a las emisiones de carbono.
  2. Países, como España, que aún no aplican cuotas o impuestos sobre las emisiones de carbono podrían aprovechar para introducirlas ahora, tanto a los combustibles fósiles para transporte como para calefacción. Esta primera tasa puede introducirse suavemente, aunque con el precio actual del petróleo, los consumidores podrían admitir tasas relativamente altas al CO2. Lo que está claro es que resulta fundamental actuar ahora, antes que los precios del petróleo suban de nuevo, algo que ya ha empezado a ocurrir.
  3. Por último, países donde los precios de los combustibles son fijados y garantizados por el Estado, muchos de ellos productores de petróleo, podrían retirar esta garantía. Aunque varían entre los distintos países, en general los subsidios son muy altos. El alza de los precios del petróleo años atrás dio lugar a dificultades presupuestarias para muchos países. Por ejemplo, Nigeria, donde su presidente Goodluck Jonathan trató de abolir los precios fijos del combustible, dando lugar a protestas y disturbios. Ahora, estos países tienen la posibilidad de suprimir tales políticas e incluso establecer una mínima tasa por emisión de carbono.Cuando los precios del petróleo comiencen a subir de nuevo, se atribuirá fundamentalmente a la situación del mercado.

La aplicación de tasas a la emisión de carbono es el método de alcance general más eficiente para combatir el cambio climático:

  • La tasa del CO2 aumenta el coste de las emisiones fósiles y por tanto penaliza el uso de los combustibles derivados del petróleo por sus efectos negativos sobre el clima, y favorece un mayor uso de las energías renovables y la implementación de medidas de eficiencia energética.
  • La tasa del CO2 es justa y lógica porque es proporcional a las emisiones reales. Un aumento del coste de las emisiones puede contribuir a que ciudadanos y empresas tomen mejores decisiones que afectan a nuestro futuro común, como realizar inversiones rentables o cambiar hábitos que les permitan mejorar su economía; por ejemplo, comprar un coche más eficiente, aislar la casa, usar la bicicleta o usar el transporte público en lugar del coche. Las empresas pueden desarrollar productos nuevos para un mercado que demanda cada vez más productos más eficientes, etc.
  • La tasa de CO2 incrementa la factura energética de todos, sin embargo, las personas más pudientes utilizan más energía; conducen vehículos más potentes, calientan viviendas más grandes y viajan más lejos. Las personas con menos recursos no viajan tanto; toman el autobús y no pueden darse el lujo de derrochar tanta energía. Por lo tanto, la tasa de carbono también tiene sentido desde el punto de vista de justicia económica. El Gobierno puede optar por utilizar parte de los ingresos obtenidos por la aplicación de la tasa para apoyar a personas desfavorecidas que tengan que pagar facturas energéticas demasiado elevadas.
  • La tasa de CO2 no ralentiza el crecimiento económico. Se equilibra la rentabilidad entre las diferentes fuentes de energía, creando nuevas oportunidades para las inversiones en eficiencia energética y energías renovables, y sin necesidad de subsidios. Los gobiernos pueden utilizar los ingresos procedentes de la tasa para invertir, por ejemplo, en infraestructura o para reducir otros impuestos, como el impuesto sobre la renta, y promover la creación de empleo y el crecimiento económico.

Suecia fue uno de los primeros países en introducir un impuesto sobre el carbono en 1991. Durante 20 años el consumo de petróleo en Suecia se ha reducido de forma continua. Al mismo tiempo, el consumo de energía renovable ha aumentado gradualmente, y en 2013 las energías renovables representaron el 51 % de toda la energía consumida.

La mayor parte de las importaciones de petróleo se ha sustituido por combustibles locales como la biomasa y, de acuerdo con las estadísticas de la Agencia de Energía, la bioenergía aumentó de 70 a 132 TWh durante ese periodo; este incremento de 62 TWh -5,3 Mtep-, equivale a 1,8 billones de dólares al año, considerando un precio del barril de petróleo de 50 $.

El bajo precio actual del petróleo está animando a millones de consumidores a utilizar más fósiles, ya que ahora resulta barato. Esto conduce a mayores emisiones de CO2 y contrarresta todos los esfuerzos globales realizados para mitigar el cambio climático.

Un nuevo enfoque global de la política impositiva hacia los combustibles fósiles constituiría el mejor preámbulo para la decisiva conferencia sobre el clima que celebrará la ONU en París este año.

Pedimos a los organismos de la ONU y a la Comisión Europea que animen a los gobiernos de todo el mundo a llevar la lucha contra el cambio climático con seriedad y aprovechar esta oportunidad para eliminar los subsidios a los combustibles fósiles o introducir o aumentar la tasa del CO2.

La tasa del CO2 puede mejorar la balanza comercial y la seguridad energética de muchos países y, al mismo tiempo, reducir drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de carbono, mitigando el cambio climático.