Un nuevo método para aprovechar los recursos energéticos como minihidráulica, eólica y biomasa en áreas rurales

Los centros tecnológicos CartifCidaut y Cedetel buscan a través del proyecto GE-Rural crear un sistema de gestión basado en redes eléctricas inteligentes.

Un grupo de investigadores de tres centros tecnológicos vallisoletanos han desarrollado una metodología para evaluar los recursos energéticos de zonas rurales y un método para aprovecharlos con tecnologías de pequeña escala, comominihidráulica, eólica y biomasa. Las TIC y los sistemas de gestión de microrredes también se incorporan al proyecto.

Los centros tecnológicos vallisoletanos Cartif, Cidaut y Cedetel buscan a través del proyecto GE-Rural crear un sistema de gestión basado en redes eléctricas inteligentes

A diferencia de las ciudades, muchos núcleos rurales cuentan con recursos energéticos suficientes para autoabastecerse sin necesidad de recurrir a los combustibles fósiles. Por ello, y apoyándose en las nuevas políticas energéticas nacionales y europeas como los objetivos 20-20-20 (reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 por ciento, ahorrar el 20 por ciento del consumo de energía y promover las energías renovables hasta el 20 por ciento del total de la demanda en el horizonte de 2020), tres centros tecnológicos vallisoletanos, Cidaut, Cartif y Cedetel, han llevado a cabo el proyecto GE-Rural.

El proyecto, que acaba de concluir tras dos años de trabajo, se centra en la investigación de nuevas tecnologías energéticas de pequeña escala y el desarrollo de redes inteligentes para uso comunitario, denominadas microgrids. Como ha detallado a DiCYT David Román, responsable del proyecto por parte de Cedetel, “la idea es aprovechar los recursos naturales de cada zona rural del entorno de Castilla y León, estudiar su potencial de captación energética para su aprovechamiento mediante tecnologías de pequeña escala como minihidráulica, eólica o biomasa, y a su vez integrar las TIC e e intentar implementar un sistema de gestión de microrredes”.

La primera parte del proyecto, dotado con 940.000 euros a través de la convocatoria destinada a financiar actuaciones en materia de I+D+i de carácter no económico a los centros tecnológicos de Castilla y León, se centró en el estudio de todos los recursos energéticos disponibles en la región. Una vez obtenidos, se procedió “a la selección y evaluación de las diferentes tecnologías tanto para la parte propiamente energética como para la arquitectura de comunicaciones que debe controlar la generación y la demanda de energía”.

Una vez realizada esta evaluación, continúa el investigador de Cedetel, el siguiente paso fue “construir unos modelos que, por un lado, tuvieran en cuenta los recursos de cada pueblo y, por otro, pudieran desarrollar una predefinición de cuánta energía podrían producir”. Del mismo modo, se han elaborado modelos para la parte de comunicaciones y redes inteligentes “capaces de realizar un intercambio de flujos información entre los recursos que están produciendo energía y la demanda de los hogares, las industrias y el sector terciario de los pueblos”.

La idea, añade Román, sería “construir un centro de control de las comunicaciones en el pueblo que pudiera realizar de manera automatizada un balance de energías, viendo en cada momento cuánto se está consumiendo y cuánto se está demandando, y tener una serie de políticas que establecieran qué es lo mejor para el pueblo en cada instante y poder predecir tanto el consumo como la demanda”. Este sistema, además, podría enviar señales a las distintas fuentes de generación en casos de picos de demanda del pueblo para que produjeran más energía o, dado el caso, cubrir esa demanda utilizando el sistema nacional.


Valorización de residuos y creación de empleo

Por otro lado, el proyecto tiene una serie de objetivos relacionados con el medio ambiente y la sostenibilidad. Además de la incorporación de fuentes de carácter renovable frente al consumo de combustibles fósiles, evitando emisiones contaminantes, se prevé la valorización energética de todos los residuos que se generan en el núcleo rural, ya sean de naturaleza residencial o procedentes de las labores agrícola, forestal o ganadera.

Asimismo, a través de este nuevo paradigma energético, los investigadores del proyecto calculan que se podrían generar 3.000 puestos de empleo directo para 2020. La extracción y manipulación de los residuos o la operación y mantenimiento de tecnologías energéticas son algunos de los trabajos que se tendrían que cubrir.

El próximo paso del proyecto sería, como avanza David Román, “involucrar a ayuntamientos y entidades energéticas como el EREN para poder llevar a cabo una experiencia piloto para plasmar los resultados obtenidos”. Se trataría, así, de implementar en uno de los pueblos de la región distintos sistemas energéticos de pequeña escala aprovechando sus recursos naturales, así como montar una microrred de comunicaciones “donde controlar la parte de demanda y generación de energía y comprobar si todo lo que hemos planeado durante el proyecto es factible”.

Fuente:
www.agenciasinc.es