Levantar viviendas e infraestructuras de diversa índole con materiales ecológicos, biodegradables y respetuosos con el medio ambiente puede ser también una nueva oportunidad para crear empleo, especialemente en un momento como el actual, donde es tan necesario reactivar este sector y cumplir con los retos de la construcción sostenible.
Un claro ejemplo lo tenemos hoy en la cooperativa Terra i Canya (Tierra y Caña). Se trata de un ilusionante proyecto que arrancó hace ya cuatro años y ahora empiezan a verse resultados muy positivos de su iniciativa. Ya se puede ver por toda la huerta de Valencia unas formas de vallas que están hechas de cañas onduladas con las que se separar los campos y se protegen los caminos. Se trata de una muestra de bioconstrucción.
Todo ello en Paterna, una localidad de unos 70.000 habitantes, que ha sufrido, como en otros lugares del país, la embestida de la construcción. Por eso, buscar fórmulas alternativas como los planteados por esta cooperativa se presentan como una salida de futuro con grandes esperanzas. En la actualidad, se han autoempleado a través de la cesión de unas tierras por parte del Ayuntamiento para plantar huertos ecológicos y vender directamente sus frutos, pero el proyecto ha dio finalmente en otra dirección.
Así, han conseguido que mediante el cultivo y transformación de la caña común o caña de Castilla (Arundo donax), muy habitual en las riberas de los ríos, denominada en castellano caña de Castilla y semejante a la caña de bambú. Tiene gran resistencia y ex, además, flexible y ligera.
Lo que se hace es cortar, pelar y entrelar estas cañas, y creando sus propios diseños, los integrantes de la cooperativa son expertos en la construcción de infraestructuras agrarias, entras las que se pueden incluir vallas, lindes o invernaderos. Además, han diseñado una gama de cajones reutilizables para la cosecha y transporte de los productos de la huerta.
Paja: Otra vía para la bioconstrucción en Cantabria
Junto a este ejemplo, se puede nombrar otro en Cantabria,. Allí, Cantabria Permacultura es una entidad que se dedica a promover un cambio de estilo de vida respetuoso con el entorno y el medio ambiente. Entre sus especialidades aparece la bioconstrucción. Lo que más se usa en este caso es un material local que se encuentra en gran cantidad: la paja. Con ella se construyen incluso casas, ya que su resistencia está más que garantizada. Pare ello, se sigue un proceso constuctivo en el que los ladrillos se sustituyen por balas de paja y, más tarde, se revoca la pared con yeso o cal, al igual que se haría con una casa convencional. Es más, el resultado final no se diferencia a simple vista.
Se trata de un tipo de bioconstrucción con múltiples ventajas. No sólo por la reducción de costes, sino por la facilidad de su edificación, que permite ahorrar en mano de obra. Además, el material, que es biodegradable, tiene mejores prestaciones climáticas, que significan una mayor eficiencia energética. La paja es mucho mejor y más competitiva que ladrillo en el caso de las construcciones temporales, pensadas para durar un par de años como máximo.
Pero no sólo se centran en los materiales. La construcción sostenible y la bioconstrucción está estrechamente ligada al diseño y la planificación global de cada proyecto. En este sentido, influye enormemente la orientación de la vivienda, con el fin de aprovechar más la iluminación de sol, la ubicación de las ventanas para mantener el calor, el aprovechamiento de recursos naturales, etc.
A todo ello hay que añadir que el empleo de materiales reciclables o biodegradables tiene como objetivo que la huella ecológica de una casa o vivienda particular sea lo más pequeña posible. Por ejemplo, la construcción con paja se presenta como una opción en auge para construir casas rurales. En nuestro país ya existe una Red de Construcción con Paja para promover su difusión.