Numerosos investigadores de todo el mundo llevan tiempo observando cómo las plantas tienen la capacidad de convertir la luz solar en energía casi de forma instantánea. De ahí parten estudios como los que llevaron a cabo expertos del Oak Ridge National Laboratory, en Tennessee, en los que se centraron en la forma de imitar la capacidad fotosintética de las espinacas.
Poco después, en la década de los 80 patentaron un innovador sistema que era capaz de transformar membranas de espinaca en pequeñísimos interruptores eléctricos. Ya, años después, sus investigaciones se han enfocado en el desarrollo de la proteína de espinaca para la fabricación de células solares que sean más baratas y renovables que las actuales, con el fin de encontrar una alternativa al silicio.
Se abre la puerta así a que un vegetal, como la espinaca, se emplee para convertir de forma muy rápida la energía del sol en hidrógeno, ampliando así las posibilidades de las fuentes renovable.
Lo que han desarrollado estos investigadores del Oak Ridge National Laboratory, tras varios años de trabajo, ha sido este innovador sistema que produce hidrógeno a base de células, en las que se contiene una proteína llamada LHC-II (Light Harvesting Complex). Ésta es capaz de generar una membrana que, de manera parecida a las que en la actualidad se emplean en las células fotovoltaicas de silicio,y que transforman la energía del sol en otra forma de energía, en este caso el hidrógeno.
Un innovador descubrimiento que abre la puerta a la creación de nuevas pilas de hidrógeno totalmente limpias, mucho más eficientes y económicas, ya que las actuales funcionan a base de combustibles que aportan el hidrógeno, como el metanol, que también produce dióxido de carbono, aunque en menor cantidad que los motores de explosión.
El próximo paso sería cambiar los componentes del catalizador como el platino, por otros mucho más económicos.
La tecnología podría ser utilizada en aplicaciones domésticas, industriales y automoción.
