Carlos Ghosn, presidente de la Alianza Renault-Nissan
A principios de mes, el Gobierno chino anunció una medida audaz para aliviar la congestión del tráfico y reducir las emisiones de carbono: se pretende que el transporte público represente el 60% del total en pueblos y ciudades de China. Además, Pekín está instando a los Ejecutivos regionales a que utilicen más vehículos de emisiones cero y que funcionen con energías alternativas. China es el principal mercado para vehículos de gasolina, pero cada vez está más claro que el Gobierno quiere posicionarse como líder mundial en vehículos de energía limpia. La Alianza Renault-Nissan apoyará este ambicioso objetivo.
Nissan entró en el mercado de China en 2003, cuando los consumidores chinos compraron 4,5 millones de automóviles. Los escépticos dijeron que «llegábamos tarde al juego»: el mercado chino de automóviles, supuestamente, estaba saturado. En aquel entonces, el mercado mundial de automóviles más grande era EEUU, en dicha época compraba más de 16 millones de automóviles y camiones.
Una década después, en 2012, los consumidores chinos compraron alrededor de 18 millones de automóviles nuevos, un 300% más. Este crecimiento silenció a los escépticos y superó las expectativas más optimistas. Ahora, el mayor mercado mundial de automóviles quiere tener el mayor número de vehículos que funcionen con energía limpia. En abril, el Consejo de Estado, la máxima autoridad administrativa de China, dio a conocer los objetivos destinados a reducir la huella de carbono de los automóviles del país. El Consejo de Estado quiere producir 500.000 vehículos que funcionen con nueva energía -incluyendo vehículos eléctricos (VE), vehículos híbridos eléctricos enchufables y vehículos de celdas de combustible- hasta el año 2015, y apunta a una producción de dos millones de vehículos eléctricos al año en 2020. China quiere que ese año haya en el país un total de cinco millones de vehículos eléctricos, que reciban energía de unas 10.000 estaciones de carga. Igual que en 2003, algunos observadores dicen que son demasiado ambiciosos, porque el mercado de automóviles limpios no crecerá tan rápido. Pero China puede silenciar nuevamente a los escépticos.
En 2011, el Gobierno de Pekín decidió destinar 1.500 millones de dólares anuales a la industria durante 10 años, con la esperanza de transformar el país en uno de los principales productores de vehículos de emisiones cero. Mientras China promueve su propios vehículos, los fabricantes de automóviles más importantes trabajan de manera conjunta -con socios locales- para lanzar sus modelos eléctricos y alcanzar el liderazgo en el mercado chino.
China no tiene otra opción que avanzar hacia vehículos de emisiones cero. El país depende del carbón para cubrir el 70% de sus necesidades energéticas. En 2011, el consumo de energía de China subió un 9,7 por ciento -el mayor crecimiento desde 2007- y alcanzó 3.700 millones de toneladas métricas de carbón estándar. China no sólo es el mayor consumidor mundial de carbón, sino que también ocupa el segundo lugar detrás de EEUU en las importaciones de petróleo -más de cinco millones de barriles por día en 2011- que proceden de Arabia Saudí, Angola, Irán, Rusia y otros productores. La dependencia del carbón y el petróleo convierten a China en la mayor fuente mundial de emisiones de carbono, y erosiona la calidad de vida de sus ciudadanos. 16 de las 20 ciudades del mundo con más contaminación aérea se encuentran en China. En 2012, la Asociación Médica de China advirtió que la contaminación del aire podría convertirse en la mayor amenaza contra la salud del país en las grandes ciudades.
Como resultado, el Gobierno chino está tomando medidas audaces para ir más allá de los combustibles fósiles. En agosto, comprometió 290.000 millones de dólares en proyectos de energía limpia, con el objetivo de que la energía renovable represente una quinta parte de su demanda total de energía hasta el año 2015. China ahora puede generar 6,2 gigavatios de energía solar y 68,3 gigavatios de energía eólica -esto equivale a 50 centrales eléctricas que funcionan con carbón- además, posee nueve de las diez mejores empresas mundiales de energía solar, que producen el 65% del total de paneles fotovoltaicos del planeta.
China está aplicando normas más estrictas de eficiencia de combustible en comparación a EEUU y otros países -gravamen del 12% a los automóviles que consumen mucha gasolina- ; ofrece 8.000 dólares por la compra de vehículos eléctricos -uno de los mayores subsidios de este tipo en el mundo- y está reemplazando los coches oficiales por vehículos eléctricos. Los chinos se declaran agnósticos en materia energética. Es decir, pueden consumir cualquier tipo de combustible que ya se encuentra en la matriz energética nacional, incluyendo la cantidad cada vez mayor de energía renovable. Por lo tanto, a medida que desarrollen más rápido la energía solar, los vehículos eléctricos chinos serán, en esencia, automóviles solares, y vehículos eólicos e hidráulicos, a medida que dichas fuentes se incrementen.
Cuando los automóviles eléctricos penetren en el mercado, se reducirá significativamente la contaminación urbana, con una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de un 19%, al mismo tiempo se reducirá la dependencia del petróleo importado. Ambos objetivos son claves de las políticas nacionales. China está invirtiendo en su futuro al desafiar a sus ciudadanos y a la industria para que evolucionen más allá del motor de combustión interna. La Alianza Renault-Nissan ha aceptado este reto, y espera ayudar a que el mayor mercado de automóviles del mundo se convierta también en uno de los mercados de automóviles más limpios.