Por el Dpto. de Promoción de KÖMMERLING
El año 2013 ha sido un momento de muchos cambios, en el que se ha dado un gran paso hacia delante a nivel normativo en lo que a eficiencia energética en la edificación se refiere. Primero la ‘Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbanas’ y después el ‘Real Decreto de Certificación Energética de Edificios’ han recogido gran parte de las directivas europeas, creando un sólido marco legal sobre el que apoyar la estrategia de reducción de consumo energético.
En último lugar, en el mes de septiembre, se publicaba la actualización del ‘Documento Básico de Ahorro de Energía’ del Código Técnico de la Edificación, que recoge las exigencias técnicas básicas de las construcciones al respecto. La línea tomada en el desarrollo de este texto muestra un cambio en la concepción del cálculo de la eficiencia energética y su relación con la envolvente de los edificios.
Para entender el alcance de este cambio es importante conocer la diferencia entre demanda y consumo. La primera indica la cantidad de energía que el edificio necesita para alcanzar unas condiciones de habitabilidad y confort en el interior, mientras que el segundo es el valor real de esa energía que el edificio utiliza. La diferencia entre estos dos valores radica en el rendimiento de los equipos de instalaciones y aparatos conectados a la red. Por lo tanto, para alcanzar una adecuada eficiencia energética hay que pensar tanto en el aislamiento del edificio como en la eficiencia de las instalaciones, sumando así a la reducción de la demanda, a través de una envolvente bien aislada, el hecho de incorporar unas instalaciones térmicas eficientes. Podemos asumir entonces que la demanda energética la determina el grado de de aislamiento térmico de la envolvente, y el consumo la eficiencia de los sistemas de instalaciones.
En definitiva, al estar la legislación redactada en términos de demanda (y no de consumo) queda de manifiesto la importancia que se le concede a la envolvente. Esta visión, además, introduce un nuevo matiz que alude a la calidad constructiva general: al calcularse la demanda del edificio en su conjunto se exige más allá de una transmitancia térmica de la fachada tipo. Los encuentros entre los elementos deberán estar resueltos para garantizar la ausencia de puentes térmicos, en caso contrario las pérdidas a través de ellos impedirán obtener los resultados esperados. Además, la comparación entre países será más sencilla, motivando el esfuerzo por mejorar en los más atrasados.
Se trata de un momento importante para la industria dedicada al aislamiento de fachadas, tanto en la parte opaca como en la acristalada, ya que sus elementos se han reconocido como esenciales para toda construcción nueva o rehabilitación a partir de marzo de 2014. Los niveles de aislamiento exigidos en la nueva normativa son más elevados que los del Documento de 2006, aunque todavía están muy lejos de aproximarse a los altos estándares que ya han desarrollado los fabricantes. Así, por ejemplo, firmas como KÖMMERLING garantizan que la ventana más básica elaborada por cualquiera de sus fabricantes ya supera a la mejor prescrita en este CTE.
Se trata pues de una gran oportunidad para un sector tan castigado por la crisis como el del cerramiento, ya que las empresas que han realizado un gran esfuerzo en I+D+i tendrán la oportunidad de verlo recompensado al reducirse las exigencias de demanda energética a valores que antes parecían imposibles. Estas exigencias constructivas están respaldadas por otras actuaciones de la Administración con mayor alcance social como la Certificación Energética de Edificios (más conocida como Etiqueta de Eficiencia Energética), que es obligatoria en operaciones de compra-venta y alquiler desde el pasado mes de junio.
El sistema de control de este mercado ya ha empezado a funcionar para sancionar las infracciones por parte de técnicos y usuarios que no lo cumplan y, es evidente, que terminará repercutiendo en la comprobación de la aplicación de estos requisitos técnicos.
Por otro lado, este Documento Básico se autopresenta como la primera actualización de una serie de tres que acabarán en 2020 junto con los objetivos establecidos por Europa para el aumento de la eficiencia energética en todo su territorio. La meta para este camino se ha situado en los conocidos como Edificios de Energía Casi Nula, concepto aún por definir pero que deja entrever un futuro desarrollo normativo continuo y ambicioso en materia de eficiencia energética en la edificación.
En definitiva, cercano ya el final de este 2013, se puede prever que empieza un nuevo ciclo en la construcción en que todos los agentes implicados deben cambiar de perspectiva y reinventar sus prácticas para devolver al sector la confianza del cliente en nuestro trabajo y colaborar como mejor podamos con la reducción del consumo energético del país. Los productos ya los tenemos y la buena noticia es que ahora también vamos teniendo la legislación que necesitábamos.