El primer rascacielos ecológico, en Nueva York

El edificio del One Bryant Park será la construcción ecológica más importante de la «Gran Manzana» y el segundo rascacielos más alto de Nueva York.

 2 de enero de 2010.-  One Bryant Park, el primer rascacielos de Nueva York cuya tecnología y desarrollo se basan totalmente en las nuevas técnicas ecológicas, se ha convertido en un ejemplo de arquitectura sostenible. La obtención y tratamiento de los materiales, el sistema de calefacción y aguas residuales, hacen que se aprovechen todos sus recursos para ahorrar energía en una de las ciudades con los índices de consumo más altos del mundo.

La combinación de tecnologías verdes ha hecho posible que el One Bryant Park se sitúe como el rascacielos ecológico más importante de la Gran Manzana y uno de los más significativos del mundo. El edificio compartirá protagonismo con el Empire State, y será el segundo rascacielos más alto de Nueva York; con una superestructura de 365 metros.

 

 

Ideado por Richard Cook, uno de los arquitectos más comprometidos con la nueva ola ecológica y ganador del Premio al Mérito en Novedades de Construcción de Nueva York (2002), el objetivo de la obra es  aunar en un sólo emplazamiento varios métodos de ahorro de energía y recursos. De esta forma, por ejemplo, el sistema de ventilación dejará entrar el aire a través de su torre principal para después limpiarlo, hacerlo circular por las estancias interiores y devolverlo de nuevo a la ciudad. Asimismo, el rascacielos contará con un novedoso procedimiento de reciclaje de aguas, que recogerán el agua de lluvia en un depósito central para enviarla a los tanques de suministro del edificio y así cubrir las necesidades de sus ocupantes. A su vez, las ventanas repelerán el calor para reducir las necesidades de luz artificial y aire acondicionado en el interior. De esta forma el consumo de energía general disminuye notablemente.

Cabe destacar que todos los materiales básicos de la torre son reciclados, al igual que el 60% de su acero, incluso los restos del mismo se utilizan para la composición del hormigón. Según explica Richard Cook, cuando se trabaja a escala real en un edifico de esta magnitud, cualquier mínimo ahorro en los materiales puede significar la emisión de 56 mil toneladas menos de CO2.